Un grupo de amigas se reúne y decide que el tema a tratar será…….hombres. Experiencias, consejos, posturas, tamaños, insatisfacciones, preocupaciones. Un poco de todo. Hasta ahí todo bien, risas, complicidades y compartir. ¿Cómo es que esa divertida conversación pasa a la preocupación, continúa con la culpabilidad en la satisfacción o insatisfacción sexual?; ¿Cómo es que se deslizan algunas declaraciones del tipo: «la energía de la sexualidad en la pareja la sostiene la mujer» o «lo importante no es pasarlo bien en el acto sexual sino estar conectada con el profundo ser femenino» o «pensar que para siempre estaré con el mismo hombre» o «lo importante es siempre estar en clases de danza, en particular danza arabe» y otros del tipo.
Se dieron todo tipo de consejos para aumentar el deseo sexual, para recuperar el interés de los primeros años, se sorprendieron con aquellas que aseguraron tener relaciones 3 ó 4 veces por semana como mínimo y con aquellas que aseguraron que con una por semana había que darse por agradecida. Los tips fueron algunos prácticos y otros muy elevados. En fin, se despidieron felices de haber podido tener esa conversación sin hombres (¿sin hombres?).
Al día siguiente una de ellas envío el siguiente mail a sus amigas: Asunto: ¿Dónde se me perdió el deseo? Chiquillas, anoche me fui feliz a mi casa. Como Juan iba a llegar después que yo, me fui planeando como lo iba a esperar y soñando con el encuentro que tendríamos. Se me ocurrió que lo iba esperar desnuda en la cama para sorprenderlo, sólo con unas gotitas de perfume y una sensual música de fondo. ¡Perfecto!! Cuando llegué a mi casa me acordé que tenía que mandar un mail, lo hice rápidamente desde el teléfono antes de entrar, al abrir la puerta me encontré con la persona que estaba cuidando los niños con quien sostuve una breve charla; luego fui a la cocina y como tenía hambre engullí algo así parada frente al refrigerador y aproveché de revisar que cosas faltaban. Luego, fui a la pieza de los niños y les di un besito a cada uno, les saqué los peluches de encima y me prometí estar más con ellos al día siguiente. Colgué mi abrigo y me fui al baño: me tomé unas vitaminas para el pelo, y procedí a sacarme la pintura con la crema del pote uno, pasarme una loción con la del pote dos, y echarme otra cosa del pote tres. A esa altura tenía el pelo agarrado en un moño tipo plumero, la cara pálida y ya estaba sintiendo algo de frío por lo que decidí cambiar el plan inicial de desnudo absoluto a pijama sexi. Fui hasta el cajón y descubrí que el pijama sexi que tengo sólo sirve en pleno verano. Entonces recordé que una de mis amigas había dicho que una polera y un buzo viejos también son muy eróticos. Entonces vino el peor de los descubrimientos: ¡eso ya no es cierto! el mismo pijama viejo que a los 20 se veía como sexi-vintage, ahora a los 40 se ve sólo como lo que es: pijama viejo. Juan aún no llegaba pero yo ya había olvidado el plan inicial así es que me metí a la cama con el pijama viejo más otra polera encima y leí el diario hasta que me dio sueño. Bueno amigas, no sé cómo les fue a ustedes, a mí como han visto se me perdió el deseo entre la dueña de casa, la mamá, el pijama y las noticias sobre las demandas educacionales en nuestro país, cuestión mucho más importante, por cierto.
Nos juntamos el próximo mes sin falta, no sé qué haría sin ustedes, Coté.
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Está lleno de revistas y libros que plantean soluciones para situaciones como éstas en los matrimonios. Datos de cómo mantener la relación de pareja «erotizada» y el interés sexual «activo». Generalmente son buenos consejos y más de alguna vez ayudan en el ámbito conductual. Sin embargo, no suelen solucionar el problema de fondo sino que se convierten en algo así como «accesos rápidos» en el escritorio del computador a un archivo que se encuentra escondido quien sabe dónde en el disco duro.
Siguiendo esa metáfora computacional, podríamos pensar que el deseo es algo así como el acceso al placer. Al iniciar una relación de pareja, lo que nos mueve es el placer que sentimos con esa persona: al verlo, escucharle, acariciarlo, pensarlo. El placer que produce en nosotros la sensación de estar profundamente conectado con alguien. Y las características manifiestas en el rol de ser pareja se hacen preponderantes, ser un sujeto sexuado, deseado, dar y recibir placer. Rol que se amplía a otras relaciones también. Por eso los enamorados pueden estar felices en su trabajo, más pacientes con los amigos y más amables en la calle. El placer, el optimismo se traspasa a otros roles en nuestras vidas.
En esos momentos, la distancia entre el placer y el deseo es mínima -«están en la misma carpeta del PC»- Con el tiempo, vamos llenando de otros archivos y carpetas el computador de nuestras vidas y nos vamos enriqueciendo con otros roles: madre, dueña de casa, mujer trabajadora, tantos que empezamos a cumplirlos ya no desde el disfrute, sino desde el agobio, el apremio, el agotamiento.. Y esas cualidades tiñen los otros aspectos de nuestras vidas. Entonces la pareja se vive como otra tarea más y el buscar el deseo perdido, se anota en la misma lista de cosas pendientes junto con llamar al gasfiter, coser el botón del delantal del hijo, depilarse, etc. etc. Y al igual que muchos otros pendientes, se dejan para más tarde aquellos consejos de los libros y las revistas.
No pienso dar ninguna receta en este pequeño comentario, sólo dejo el mail de mi amiga para reflexionar.
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