Salvatore Pastorella, era el hijo mayor de una pareja de profesores que vivían en el norte de Italia, en Montecastello. Salvatore también era profesor, sin embargo la historia le tenía reservadas aventuras dignas de novela que cruzarían el Atlántico y que, casi un siglo después, su sobrina nieta escribiría en estas líneas.
Fue el primer Salvatore viajero, soñador y con ansias de conquistar el mundo de la familia. Al otro Salvatore viajero y soñador lo conocí muchos años después cuando venía a Chile en los veranos. Lo conocí cantando sobre una playa de nudistas, una ladrona y un toro enamorado de la luna. Creo que era de esas personas que necesitan el sol. Pero eso es otra historia.
En la época en que Salvatore era joven, Italia tenía como rey a Vittorio Manuelle III, aunque quien en realidad gobernaba era Benito Mussolini, Il Duce. Era una época de expansionismo territorial, de colonizaciones e invasiones, de la que Italia era activo participante. Entre octubre de 1935 y mayo de 1936 fue la segunda guerra Italo - Etíope, una invasión bastante sanguinaria, sin declaración previa de guerra, en la que los generales italianos usaron incluso gas mostaza, no solo en los soldados etíopes sino en la población civil, para desmoralizarlos. De un modo brutal, como en todas las guerras, los italianos salieron vencedores, anexionaron Etiopía a sus otros territorios en Africa (la Provincia Italiana de Africa del Este) y proclamaron a Vittorio Emanuelle como Emperador. La guerra fue un desastre económico y político, sin embargo Il Duce obtuvo su momento máximo de poder y gloria.
Luego de invadir, hay que ocupar. El gobierno ahora necesitaba que algunos italianos se asentaran en Etiopía y que mejor que ofrecer terrenos gratis, que no le pertenecían en realidad (pero en las invasiones eso parece olvidarse) y la promesa de una tierra fértil, riqueza y prosperidad, a quienes se fueran a vivir allá. Y en esa promesa confió Salvatore, agarró lo poco que tenía y se fue a vivir a Etiopía. De su vida allá no se sabe mucho, de cuando en vez enviaba alguna carta a sus padres diciéndoles que todo estaba bien. Esa parte de la historia se mantiene en el misterio.
Poco después vino la Segunda Guerra Mundial, los italianos se aliaron con las potencias del eje y muchos de sus jóvenes, como en toda Europa, tuvieron que ir a luchar. Salvatore fue uno de tantos italianos que fueron a la guerra, seguramente sin entender realmente el motivo. El formó parte de los ejércitos que defendían las colonias en África y que fueron prontamente derrotados por los americanos. Cientos de soldados italianos fueron tomados prisioneros. De él no se supo más hasta la cinematográfica escena narrada tantas veces en los almuerzos familiares en la casa de mi nonna o mi propia casa.
A Salvatore, en pleno campo de prisioneros y sin atención médica, le dió una apendicitis que fue empeorando hasta transformarse en una grave peritonitis. Mi tío abuelo moría de infección y dolor mientras sus compañeros recorrían el lugar pidiendo a gritos “¡Un medico per Salvatore Pastorella che sta morendo!, ¡Un dottore per Salvatore Pastorella che sta morendo!”. Los gritos se fueron rápidamente esparciendo por todo el campamento de prisioneros hasta llegar a oídos de otro prisionero con el mismo apellido. Corrado Pastorella, su tío, también prisionero en el mismo campo, escuchó el llamado y así fue como se reencontraron. Pero su sobrino estaba a punto de morir.
Según la historia, encontraron finalmente un médico entre los mismos prisioneros, claro que no había anestesia ni las mínimas condiciones para una operación. En esos momentos, sobrevivir a como dé lugar es la única opción posible y así sin anestesia y en la mitad del campo lo operaron y nadie sabe bien cómo, pero se salvó. ¿Le habrán dado whisky o le pusieron un pañuelo en la boca, como en las películas?, ¿se habrá desmayado de dolor?. Nadie queda para contar ese nivel de detalles, solo se sabe que después de la guerra volvió a Montecastello y se casó con Olga, una mujer unos 14 años más joven que él. Recordarán que otro Salvatore viajero y soñador también términó sus días junto a una mujer mucho más jóven que él (¿será la historia, la sangre, los genes?).
Salvatore vivió con Olga hasta morir, en la misma casa en Montecastello en la que mi madre se refugió en la segunda guerra. La leyenda cuenta que es posible que la operación en el campo de prisioneros sea la responsable de que no pudiera tener hijos.
(Rosanna Nitsche Meli. Mayo 2023)
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